Abril Retro Vol. II

Entiendo si varios de ustedes (ejem, Kenshiro, ejem) empiezan a temer el fin del mundo por esta lluvia de entradas continuas tan poco comunes en la madriguera, pero pese a que mi tiempo libre ya no es tanto como a principios de mes, les quiero dejar aquí otra pequeña dosis de nostalgia para el niño que todos llevamos dentro (por alguna razón, detesto esa frase). En caso de que  la curiosidad les quite el sueño, aquí pueden ver la primera parte.

No pude evitar notar que la mayoría de los cartoons de la entrada pasada eran desconocidos por casi todos aquí, así que en esta ocasión será el turno de series menos noventeras para sentirme menos vieja, ya que si bien los 2000 me tocaron más bien en la secundaria, los cartoon que miraba en aquel entonces también me ponen nostálgica.

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Code Lyoko

No creo poder escribir ni una línea de esta serie sin ponerme a fangirlear cual posesa y creo que eso es poco; además de verla completa varias veces, también devoré sus libros, le escribí una enorme cantidad de penosos fanfiction e incluso me vi gustosa su temporada en live action. Es que, más allá de su peculiar diseño de personajes (esas frentes…) y de lo ñoña que parece a simple vista, Code Lyoko tiene un argumento bastante complejo y oscuro que atrapa fácilmente a cualquier amante de la ciencia ficción; y al estar dirigida a un público adolecente también podíamos disfrutar de la vida escolar de sus protagonistas.

Todavía recuerdo la frustración de cuando Jetix nos la canceló antes de su última temporada, y como por aquel entonces el internet no era parte de mi vida diaria, me las vi negras para encontrar la serie completa. Claro que los creadores escucharon nuestras súplicas y nos deleitaron con más hace apenas unos años, pero le dieron un final tan insoportablemente abierto que aunque sé que es prácticamente imposible, aún guardo esperanzas de saber más de esta fabulosa serie en un futuro.

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Los cuentos de la calle Broca (Les Contes de la Rue Broca)

Si hablamos de series francesas que llegaron de este lado del charco, definitivamente no me podía faltar Los cuentos de la calle Broca. Desde su estreno hace como un millón de años que no han dejado de transmitirla por aquí (algo impresionante si consideramos sus pocos capítulos), pero tiene sentido, porque los cuentos de hadas tan disparatados y fuera de lo común que nos relata el simpático Mesie Pierre son capaces de entretener a numerosas generaciones. Aún hoy temo encontrarme con una hada de la llave del agua y sigo preguntándome si Lustucrú tuvo algo que ver con el descubrimiento de América.

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 Daria

Cuenta la leyenda que antes de que el twerking, Jusin Bieber y los reality shows de personas con severo retraso mental inundaran las pantallas, MTV transmitía contenido de calidad, priorizaba a la música y le daba oportunidad a series animadas que criticaban los convencionalismos pensadas para un público más adulto.

Pero nadie criticaba las frivolidades como Daria, aquella adolecente amargada e inadaptada que rechazaba lo popular antes de que rechazar lo popular se volviera popular. Bebí bastante de su humor ácido y su cinismo en mis años mozos, aunque en realidad yo solía identificarme más con Jane (igual de inadaptada, pero menos amargada), por no mencionar que Trent y su Mística Espiral probablemente fueron los mayores culpables de que sienta cierta debilidad por los condenados músicos aún hoy en día.

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Alvin y las Ardillas (Alvin and the Chipmunks)

Este debe ser uno de mis placeres culposos más culposos de todos, pero yo sé que ustedes no le van a decir a nadie. Dios, cómo me gustaban estos roedores y sus voces revienta-tímpanos; no es que siguiera sus aventuras religiosamente como con muchas otras, pero me encantaba ver a estos tres mini rockstars haciéndole la vida imposible a su pobre padre soltero. Siempre he pensado en ellos como los precursores del Nightcore ¿Y quién no jugó a beber helio de los globos para imitar sus vocecillas? Lo llamo placer extra culposo porque, sin importar cuán mala haya sido su nueva película, yo la disfruté como una niña por culpa de su serie animada.

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Danny Phantom

«Cuando sólo tenía catorce de edad, sus padres crearon el extraño portal…» Apuesto a que no soy la única que puede completar esta frase. No saben lo mucho que me resistí a ver esta serie por su ovbio parecido con el diseño de Los Padrinos Mágicos (increíble que de ellos me enganchara mucho después) y me daba la impresión de que se trataba de un programa demasiado infantil, pero entonces llegó el fatídico día en que miré un episodio y ya no hubo marcha atrás ¡Danny era un superhéroe! Y no puedo resistirme a los superhéroes. Si bien su principal objetivo era entretener, también tuvo en su haber unos cuántos capítulos verdaderamete memorables y unas sutiles pero deliciosas alucioines al mundo de los cómics, por no decir que Danny fue mi primer crush ficticio que no pertenecía al mundo anime.

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Los Jóvenes Titanes (Teen Titans)

Cerramos con broche de oro. No es como que los superhéroes nos hubiesen hecho mucha falta en aquel entonces, pero pienso que esta serie se volvió especial porque al fin teníamos superhéroes jóvenes y de esta manera se sentían mucho más cercanos, además de que su animación ligeramente inspirada en el anime consiguió atraer a muchos de nosotros (me incluyo). Pero también brilló por méritos propios; tenía la combinación perfecta entre humor, acción, drama, camaradería y sabía ser seria cuando la situación lo ameritaba, por no mencionar que sus personajes estuvieron tan maravillosamente bien trabajados —tanto héroes como villanos— que se convirtieron en memorables. Oh, y su intro debe ser uno de los mejores.

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No sé si pueda seguir con esto… que le haya dedicado más líneas a las series de hoy solo prueba que soy vieja que las vi de más grande. Pero bueno, no voy a negar que lo he pasado bastante bien en el viaje del recuerdo y espero que ustedes lo hayan disfrutado al menos un poco.

¿Qué me dicen ésta vez? ¿Conocían algunas de estas series, les gustaban?